Son ya casi 2 años de convivencia con la Covid-19 y, aunque existen elementos de la vida cuotidiana que vuelven a parecerse a aquello que ahora denominamos como «vida normal», aún quedan sectores que no acaban de encajar del todo en el día a día pandémico.
El ocio nocturno de Castelló bajó la persiana allá por marzo de 2020, cuando las fiestas de la Magdalena quedaban suspendidas, y la ha vuelto a subir en un contexto en el que el gel hidroalcohólico, las mascarillas, la distancia de seguridad y las restricciones horarias son imprescindibles para su funcionamiento.
En este período de tiempo son numerosos los negocios que se han visto obligados a echar el cierre definitivo y, los locales que han resistido, han visto su facturación descender en cifras de dos dígitos, hasta 11’46 %, según el segundo estudio realizado por España de Noche (agosto, 2021) que analiza la situación del ocio nocturno en pandemia
Las restricciones y medidas sanitarias han obligado a los negocios del sector a adaptarse a una forma de trabajar a la que no estaban acostumbrados y a la que el modelo de negocio de ocio nocturno no se ajustaba demasiado.
«Tuvimos que aprender a trabajar como hosteleros» explica George Eronna, director de sala de la Discoteca Mambo, para quien la colocación de mesas en el local para cumplir las medidas de seguridad y de aforo, ha supuesto la redefinición de la manera de trabajar de todo el equipo, pero también de la identidad de la propia marca, apostando por un trato más detallista hacia el cliente.
En una línea parecida se encuentra el pub Indie Queen que, para intentar llenar su terraza en los meses de verano, firmó un convenio con un restaurante cercano, ofreciendo la posibilidad de cenar allí mismo.
En el caso de locales que también cuentan con diferentes licencias, como el histórico Pub Terra que también es sala de conciertos, se aferraron a estos permisos para mantener el local abierto y seguir manteniendo su actividad.
Para llevar a cabo todas estas adaptaciones e implementar lo necesario en materia de seguridad sanitaria, los negocios del ocio nocturno se han enfrentado también a una serie de gastos adicionales a los costes fijos del propio local. Ante esto, una las mayores reclamaciones de propietarios del sector a las Administraciones era la concesión de ayudas económicas que aliviaran la situación.
Aunque Gobierno, Generalitat y Diputación lanzaron diferentes paquetes de ayudas, la principal denuncia de los propietarios es la dificultad de acceder a ellas. Ya sea por complicados procesos burocráticos o requisitos inalcanzables, la mayoría de empresas no consiguieron verse beneficiadas por ninguna de ellas y, si lo hicieron, estas llegaron tarde.
Algunos de los propietarios declaran, además, que existe una reparto de las ayudas desigualitaria, pues gran porcentaje de los negocios que más se han visto afectados son pequeñas empresas.
Ante la incertidumbre y falta de respuesta por parte de las Administraciones Públicas, nacieron organizaciones por parte de los propietarios castellonenses, como On Castellón, dirigida por Antonio Pereira, propietario también del Pub Indie Queen. La asociación empresarial busca ser una línea de directa de comunicación entre Gobierno y sector, facilitando el traspaso de información, pero también una plataforma de reclamo para el ocio nocturno de la ciudad.
Además de la «no llegada» de las ayudas, la mayor preocupación del sector, respecto el planteamiento que se habría comenzado a extender en la sociedad a partir de las restricciones adoptadas por las administraciones, y una de las causas de las manifestaciones que se llevaron a cabo el pasado mayo, es la constante criminalización del sector desde el inicio de la pandemia.
Tanto propietarios como trabajadores se sienten molestos y señalados por parte de una sociedad que cree que el ocio nocturno es cuna y causante del ascenso de los contagios. Como respuesta, el sector sigue reivindicando la total seguridad de sus locales, argumentando, como dice Adrián Bachero, propietario del Pub Terra, que «la pandemia no va a desaparecer por mucho que se cierre el ocio nocturno».
La protesta llega también por esa visión maliciosa de los negocios relacionados con el ocio nocturno y por la necesidad de desvincularse de ella, entendiendo el sector del ocio nocturno como empresas de las que viven familias enteras y en las que se trabaja como en cualquier otra actividad.
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